Hay otra forma de entender el ciclismo.
Es la identidad hecha deporte.
Es ese lugar que nos vio nacer y del que ya no hace falta salir para crecer.
La nueva patria ciclista.
La verdad en el falso llano.
Todas esas cunetas que hemos convertido en templos.
La marea que empuja y empuja sin importar lo alto que esté el puerto.
Las matriarcas que nos marcaron el camino.
Humildad en piñón pequeño.
Trabajo en plato grande.
Palabra y pedal.
Victorias sin podios.
Es el rebufo donde salvaguardar nuestros sueños.
El espejo donde ver mañanas.
El morado, mucho antes de que fuera bandera.
Personas.
Ciclistas.
En ese orden.